ACTIVIDADES

Vector Epistémico

Seminario de Formación Lacaniana

SFL | 2015-2016

Boletín #1

Se aproxima la fecha de la primera de las sesiones plenarias del Seminario de Formación Lacaniana, SFL, que tendrá como expositora a Graciela Brodsky el sábado 28 de marzo de 2015 a las 10h de Colombia.

Ella trabajará la siguiente pregunta: ¿Que anudamientos entre cuerpo, imagen y lenguaje, posibilitan los conceptos de narcisismo y estadio del espejo?

Es la primera sesión de un desarrollo que pretende estudiar la afinidad entre cuerpo y lo imaginario, no sin el falo como significante. Estudiaremos un cuerpo que articula la imagen, el goce y el significante referido al yo.

La Sede de Bogotá y la Delegación de Cochabamba provocarán la elaboración de la comunidad de la NEL a través de este Boletín. Incluimos en este número los primeros aportes de la NEL Bogotá. En los próximos días enviaremos otros que cumplirán ese objetivo.

Les deseamos una grata lectura.

José Fernando Velásquez - Mónica Febres Cordero.


Sillas narciso: Jim Amaral

 

"Sobre Introducción al narcicismo".

Ana Salazar y Clarisa Harari, Asociadas a la NEL Bogotá

El pasado martes 17 de febrero en el espacio Noches de Escuela de la Sede Bogotá, iniciamos el Seminario "El cuerpo en psicoanálisis: escansiones lacanianas". El trabajo de este primer encuentro lo organizamos tratando de puntuar elementos centrales del texto de Freud Introducción al narcisismo (1914) –tarea difícil por la riqueza del texto todo– y de asir allí, o empezar a esbozar, algunas ideas que nos permitan entender el concepto de cuerpo, imagen y lenguaje en este momento de la enseñanza freudiana.

De aquello trabajado y conversado, un breve extracto y dos inquietudes sobre cuerpo e imagen. Freud se interroga "¿Qué relación guarda el narcisismo, del que ahora tratamos, con el autoerotismo que hemos descrito como un estado temprano de la libido?" [1]

Frente a esta pregunta, propone como supuesto necesario la inexistencia de un yo en tanto unidad desde el inicio, sino un yo a ser desarrollado. Así mismo, agrega que si las pulsiones autoeróticas son las primordiales y se apuntalan sobre funciones vitales que sirven a la autoconservación, deberá advenir una operación que posibilite que el narcisismo se constituya. Dicha operación consiste en que el yo se toma como objeto de amor, y es en este movimiento, en que el yo se instituye como unidad, y da unidad a la imagen corporal.

Ahora bien, si el establecimiento tanto del yo como del narcisismo son operaciones que están amarradas y que no se dan una sin la otra, ¿cuál sería la diferencia entre individuo –término utilizado por Freud en el texto–y cuerpo?

Aún más, ¿no es una ilusión freudiana la unidad yoica, cuando la imagen que tiene el individuo de sí mismo y la postulación del "yo soy", no atrapa lo que el individuo además de lo que dice ser, es? ¿Cuál sería entonces la unidad lograda?

"Narciso", de Oscar Muñoz, enlace y video:

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/textos-sobre-la-coleccion-de-arte-del-banco-de-la-republica/oscar-munoz/narciso

https://www.youtube.com/watch?v=Lp8ZNG7MQ3A

 

"Imagen, espacio y tiempo"

Lizbeth Ahumada Y.

¿Qué es este autoerotismo primordial cuya existencia plantea Freud?, se pregunta Lacan en la sesión novena de su primer seminario. Pregunta crucial en cuanto a concebir éste como constructo hipotético para introducir como necesidad, de la mano del narcisismo, la imagen formal del cuerpo del sujeto humano. En este sentido, debemos entender que esta dimensión autoerótica es impensable en todo espacio de representación, se resiste a la geometría euclidiana que organiza nuestra percepción en cuanto tal. Así, ella escapa a la percepción y a la representación de la percepción.

Tal tarea es asignada a los "fenómenos mentales llamados las imágenes", que se superponen a este punto cero e indecible del organismo en su estatuto autoerótico de existencia. El primerísimo de esos fenómenos, su matriz fundamental: La percepción de la imagen del cuerpo humano, causa de toda imagen ulterior, premisa única de la tonalidad de los modos en que se presentará el mundo en su resorte imaginario para alguien. Así podemos distinguir, en el llamado estadio del espejo, estos juicios, intrínsecos al dato para el sujeto humano, de la imagen: la existencia y la atribución. Pocos años antes de escribir "El estadio del espejo como formador de la función del yo (Je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica" (Escritos 1), Lacan había escrito su texto "El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada", para dar cuenta de la imbricación del modo temporal en la lógica de la subjetivación -de la atribución subjetiva podemos decir-.

El espacio, en tanto simbólico, sitúa, ubica el lugar, la forma, el contorno, la percepción que lleva a decir que eso existe, que está ahí, delante de mí, sin que yo pueda alterar su derecho a presentarse. Pero, hacer de esa existencia una atribución, es decir, que eso que está ahí es de mi propiedad, que tiene relación conmigo, que define una cierta posición respecto a esa misma realidad presentificada para decir que es mío, y que puede brindar cierto "sentimiento de permanencia", es algo a pensar como relativo a la temporalidad del acto en juego, al consentimiento a un proceso y un esfuerzo que no se da sin un tiempo que incluye sus modos lógicos. El tiempo, nos dirá Lacan mucho después, es del orden de lo real, y es en ello que encontramos una coalición (entendámoslo en el sentido que le dan los políticos actuales, alianza con fines determinados de personas de diferente y contraria ideología partidista) de tiempo y de espacio en la formación misma del cuerpo en tanto imagen. El decir psicótico de M, joven mujer, frente al cuerpo que anatómicamente la destinaba mujer, nos ilustra en este punto: "Esta cosa está ahí, pero no es mía, no me representa, por eso estoy haciendo todo para que emerja el hombre que hay detrás, que es lo que en realidad soy". Podemos así indicar el valor de la distinción que otorga Lacan a la relación del sujeto con el cuerpo en 1953 (Seminario 1, página 163): relación a partir de considerar el cuerpo como útil o el cuerpo como utensilio, este último entendido como un instrumento separado de su función. Es claro, es un pasaje que nos introduce en la lógica del ir más allá de él y de servirse de él.

 

"La experiencia dramática de la imagen del cuerpo"

Lizbeth Ahumada Y.

La experiencia trágica o dramática está presente como referencia ineludible en la enseñanza de Lacan y se entiende, dado que en último término es la forma de subjetividad que el psicoanálisis revela. (Qué decir de las alusiones freudianas a la tragedia clásica que llegan a constituir nociones fundamentales de su doctrina).

Ahora bien, el estadio del espejo no escapa a tal referencia. Al respecto Lacan afirma que "es un drama cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la anticipación" (Escritos 1, página 90). Enseguida podemos encontrar el resorte que sustenta la realización dramática de tal experiencia, y es que ella se sostiene de lo que Lacan llama una discordia primordial. Caín de la insuficiencia y Abel de la anticipación. Marca irreductible, dehiscencia que habita en el seno de la imagen cuya conclusión cerrada da lugar a la "armadura por fin asumida".

Esta armadura imaginaria del cuerpo, sierva ante lo real de la discordia y de la prematuración, términos ambos que Lacan hace resonar posteriormente como castración, se presenta como el tapón cuya consistencia define aquello mismo que se pretende taponar. Es decir, se trata de obturar el sentido en sí de la castración. Veamos: Hay la falla en el sistema simbólico ; y de ahí, sacada de la manga… del otro, la imagen que la intenta reparar. Por último, da forma al punto de impasse de la estructura colmándolo con pleno sentido, con el colmo del sentido como dirá Lacan. En otras palabras, la imagen otrificada resulta como condición del vacío necesario para que graviten las fuerzas de atracción hacia ella; ese vacío no es otra cosa que la castración. Al respecto Miller nos va a recordar que la imagen está implicada en la lógica de la castración y que esto es una constante en la enseñanza de Lacan.

En síntesis, la castración se constituye en la condición necesaria de la consolidación de la imagen del cuerpo; de allí la tragedia, podemos decir. El todo se posa sobre los restos de la castración, y esto será retomado por Lacan muchos años después, al indicar que no todo de lo real queda propiamente anudado. En el momento de la enseñanza de Lacan al que nos aplicamos (1949-1954), podemos decir que ese anudamiento en primera instancia se da en términos de la imagen sostén del otro, y lo que allí no se da por sentado nos introduce a la presencia de una variedad de fenómenos en los que lo real emerge sin pasar por la superficie del cuerpo sostenido por la imagen.

En este sentido surge en la misma época la idea de un acoplamiento de lo real y del fantasma, y es en este punto que podemos observar el alcance de la consideración clínica del estadio del espejo en Lacan. Es un caso el que evoca la cuestión. Es el que presenta Rosine Lefort de Robert, el niño lobo (Seminario 1), presentado ante el juicio de Lacan. Al finalizar su presentación ella manifiesta, con su inolvidable agudeza clínica: "El drama de Roberto era que todos sus fantasmas oral-sádicos se habían realizado en sus condiciones de existencia. Sus fantasmas se habían convertido en realidad" (página 157). En respuesta, Lacan va a decir sobre el punto dramático de este pequeño al que Lefort se ha referido: "Poder soportar la vacuidad (del cuerpo) es identificarlo finalmente como un objeto propiamente humano; es decir, un instrumento, capaz de ser separado de su función. Esto es esencial, ya que en el mundo no solo existe lo útil sino también el utensilio; es decir, instrumentos que existen como cosas independientes" (página 163). Es en este sentido, que el drama de Robert es el drama mismo que conlleva el arduo proceso de adquirir un cuerpo mediado por la imagen de otro.

NOTAS

  1. Freud, S., Introducción del narcisismo, Obras completas, Tomo XIV, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2012, p. 74