ACTIVIDADES

Vector Epistémico

Seminario de Formación Lacaniana

SFL | 2015-2016

Boletín #11

São Paulo - 3 de septiembre de 2015

Este número 11 del Boletín del SFL trae interesantes interrogantes que hace Susana Dicker sobre el lugar de la imagen en la experiencia analítica. Así, ella pregunta si es importante diferenciar la imagen reina del escenario fantasmático. Cita a Miller para quien la imagen fantasmática es inmóvil y refiere a J. Santiago el valor de la imagen al final del análisis.

Queda para ustedes, lectores, el estudio atento de los argumentos.

José Fernando Velásquez y Mónica Febres Cordero

 


Narcissus after Caravaggio (2005)

La imagen reina en la experiencia analítica

Por Susana Dicker
NEL-Guatemala

Me interesa el lugar que tiene la "imagen reina" en la experiencia analítica, por varias razones:

  1. Por la homología que Miller encuentra con el S1, más allá de que diga que la "imagen reina" no ejerce una representación [1] , aunque funciona como un significante.
  2. Porque subraya [2] que, en psicoanálisis se trata más bien de "la inevitable modalidad de lo decible", frente a la referencia que encuentra en Joyce: "la inevitable modalidad de lo visible". Sin embargo, si las "imágenes reinas" han sobrevivido al naufragio de las imágenes en psicoanálisis; si ellas son condensadores de goce y si, como puntúa Miller [3] : "En ese naufragio de la imagen, algunas subsisten, por la siguiente razón: se concentran allí los dichos del paciente o las deducciones del analista", quiere decir que estas imágenes no son accesorias a la experiencia analítica.
  3. Porque el mismo Miller sostiene que las tres imágenes reinas están investidas en el fantasma. Ahora bien, si no hay fantasma que no se ofrezca en el orden imaginario; si, al final, la imagen es una inevitable modalidad del fantasma, ¿es importante para nosotros diferenciar la imagen reina del fantasma, o del escenario fantasmático? Miller usa una distinción: cuando se trata de una imagen fantasmática, predomina un movimiento repetitivo, siempre cerrado sobre sí mismo, una imagen inmóvil, un elemento suspendido, fijado, errático.

Respecto a esto tenemos un ejemplo en el que ya Freud había puesto una particular atención: los sueños que se repiten y, a menudo, desde la infancia. Puedo aportar el que corresponde a una viñeta clínica. Una mujer que se queja de no haber sido "vista" nunca por su madre, tiene un sueño repetitivo, más allá de que presente algunas variaciones: "ella está parada en el marco de la puerta y, en el interior de la habitación, su madre absorta en un trabajo. Ella la llama y la madre no levanta su mirada de lo que está haciendo". Tenemos aquí el cuerpo propio, el cuerpo del Otro y el falo atrapando a esta mujer en el sueño pero, sobre todo, en aquello de su goce que es allí condensado. A partir de este ejemplo, ¿podemos hacer una distinción más puntual entre "imagen reina" e imagen fantasmática? ¿Es de "utilidad" esto para la práctica analítica?

Pero J. Santiago [4] nos trae algo más. Dice: "Ese nuevo valor de la imagen se puede hacer presente al final del análisis, en contraste con la expectativa de que un significante nuevo venga a cernir lo imposible de nombrar. Si el núcleo real del síntoma no habla, es mudo, algún indicio puede ser dado por medio de la imagen. Pero esto supone una subversión de lo imaginario, que no se confunda con la función inercial de la imagen que era un obstáculo al dinamismo de lo simbólico".

NOTAS

  1. Miller, J.-A.: "La imagen reina", Elucidación de Lacan, Paidós, Argentina, 1998, p. 578
  2. Miller, J.-A.: Ibíd, p. 580
  3. Miller, J.-A.: Ibíd, p. 581
  4. Santiago, J.: (2015): "O novo imaginário é o corpo", Papers 4, AMP 2014-2016.