LA ESCUELA

Reseña del primer testimonio de Alejandro Reinoso

Juan Fernando Pérez

Alejandro Reinoso

El testimonio del pase presentado por Alejandro Reinoso en las “I Enseñanzas del pase de la Escuela Una en la NEL”, celebradas en Bogotá el 6 de abril de 2019, constituye un valioso referente para el examen de múltiples hechos relativos a la naturaleza de un análisis. Claro en su argumentación, con precisiones importantes acerca de cuestiones sustanciales de la práctica analítica y de los efectos de ésta en un sujeto, consigue producir un relato convincente, construido sin artificios ni sentencias ruidosas, es decir, sin sentencias que solo convencen a los ya convencidos. Dicho de otra manera, enseña, y crea así un importante documento para la investigación psicoanalítica. Relatos de este orden permiten sostener en muy diversos contextos que sin la práctica analítica la subjetividad humana quedaría velada, convertida en materia oscura al reconocimiento de las lógicas fundamentales que la rigen.

¿Claridad y precisión acerca de qué? Extraigo un ejemplo del testimonio. A la pregunta acerca de qué es lo que marca a un sujeto para siempre, en lo relativo a cómo situarse ante el semejante, y aun cómo definir su presencia y su recorrido por el mundo, Alejandro Reinoso circunscribe y examina desde su análisis una experiencia específica que ordena una parte crucial de su existencia. No se trata entonces de un gen, ni de una sustancia, ni de una red neuronal lo que determina esa perspectiva de su vida. Fue una afirmación de un abuelo, ubicado en un lugar preciso y bien definido, lanzada en circunstancias particulares, lo que transformó a ese niño, al parecer algo pretencioso, hablador y desprevenido, en un sujeto que en adelante, antes que hablar, preferirá oír, o mejor ouïr, para hacer de ello el fundamento de su subjetividad, aquello que lo singulariza, hasta incluso llegar a hacerlo analista. Pero es importante agregar, como lo señala con claridad el testimonio, que fue la experiencia analítica igualmente, la que consigue transformar esa marca, que en mucho fue temor y empuje hacia la huida, en una escucha despojada de angustia, escucha fértil dotada ya plenamente de palabras justas, como el autoanálisis que contribuye a hacer posible la redacción de su testimonio, lo pone de presente.

Cada parte del testimonio merece estudiarse, examinarse en detalle. Pueden someterse a discusión puntos de este orden: ¿en efecto hay sin sentido en el ouïr, que Alejandro Reinoso aísla como su sinthome? No creo que el testimonio lo demuestre plenamente. Que su aparición sea sorprendente y sin sentido a la conciencia del soñante, no excluye necesariamente el sentido inconsciente, aquel del cual Freud hablaba y que sirvió de base a la tesis de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, aquel que permitió a Freud hablar del sentido del síntoma. De hecho ese significante, ouïr, se enlaza en el soñante de inmediato con otros para así hacer visible lo que considero que es el sentido que en efecto posee. Quizás Alejandro aportará en futuros testimonios más claridad al respecto, lo cual constituye un asunto crucial de su elaboración, ya que es desde allí desde donde sería posible hablar de lo que su caso puede aportar a la mejor comprensión del último tramo de la enseñanza de Lacan.

Queda allí para la comunidad de la AMP, en particular para la de la NEL, este testimonio, lleno de elementos que enriquecerán sin duda a quien asuma su estudio, y que amplía las posibilidades de la investigación psicoanalítica.