LA ESCUELA

Noches de Garantía

Ronald Portillo, AME

Con fecha 24 de Marzo de 2019, Clara María Holguín, en su condición de integrante de la Comisión de la Garantía América, nos interrogaba sobre la tarea, la función y la política del AME de la Escuela.

En esa ocasión respondimos lo siguiente:

Vigencia del AME

Hay vigencia del título AME en tanto hay Escuela; uno y otra son indisociables.

El AME participa activamente en la formación del analista que la Escuela dispensa, al ofrecer a través de sus analistas los tres aspectos fundamentales para la formación del analista: análisis, control del acto, saber clínico y teórico.

Función e importancia del AME

Sostenida a nivel epistémico, clínico y político. Mi experiencia como AME: intervenciones sistemáticas en las presentaciones clínicas realizadas en la Sede Caracas de la NEL, en las presentaciones de enfermos, en la elaboración permanente de saber en la Sede.

Igualmente llevo a cabo mi función como AME en la enseñanza y transmisión del psicoanálisis en tanto Director del Instituto Nueva Escuela de la sede NEL-Caracas, como docente del CID-Caracas y realizando el Seminario de Sección Clínica “Construcciones e interpretación en psicoanálisis “.

Incidencia política del AME

La función política de la garantía, sostenida por el AME, está llamada a centrarse en lo que se ha llamado el realismo lacaniano, a diferencia del nominalismo. Si bien el Otro no existe, es necesario introducir al Otro en el cálculo de la Escuela de Lacan, sobre todo si se considera a la Escuela como un sujeto (Teoría de Torino de JAM). Sabemos bien que no existe sujeto sin Otro.

El AME inscribe su política en la finalidad misma de la Escuela psicoanalítica de orientación lacaniana: la formación del analista.

Estimo necesario hacer un recorrido teórico para ahondar en las consideraciones sobre la vigencia, importancia e incidencia política del AME en la Escuela de Lacan.

Se impone exponer lo que sustenta la existencia del AME en la Escuela.

Como es sabido, existen varias categorías de miembros en nuestras escuelas lacanianas, distinguidas con las siguientes siglas: AP, AME, AE.
Estas categorías están íntimamente relacionadas con aspectos relativos a la teorizarían sostenida por Lacan sobre el fin de análisis.

Así, la categoría AP se desprende del principio efectivo formulado por Lacan: “el analista sólo se autoriza de él mismo”. Esta formulación deriva directamente de la destitución del Sujeto Supuesto Saber, vale decir de la destitución del Otro del saber, tal como es planteado en la “Proposición del 9 de Octubre de 1967…”.[1]

En consecuencia, es en tanto que se ha producido la destitución del Otro del saber al final de la experiencia psicoanalítica, que el Otro ya no existe, que alguien que practica el psicoanálisis no le queda otra opción que autorizarse entonces él o ella misma como psicoanalista. El saber del inconsciente ya no estará más en el Otro sino en él mismo. En ese sentido ningún Otro podrá investirlo como analista, quien lo puede hacer es él mismo. El analista practicante (AP) para ser miembro de una Escuela solo tiene que decirlo, que declararlo ante la Escuela, con eso basta.

Autorizarse por sí mismo como psicoanalista implica una dimensión de riesgo; no existe la garantía ofrecida por el Otro. La Escuela no da garantía de que aquel que se declara como analista practicante (AP) lo sea efectivamente; lo que no quiere decir que nunca concederá esa garantía, pues como es sabido una Escuela de psicoanálisis de orientación lacaniana está llamada a garantizar que un determinado analista pueda surgir de la formación que ella dispensa.   

Si la categoría de miembro AP deriva del acento puesto en el desmantelamiento del Otro significante, la categoría del miembro AE se deriva, de manera singular, de la caída del objeto (a), del objeto de goce.[3]

En su curso “El banquete de los analistas” Jacques-Alain Miller expone una distinción a propósito de la garantía y la Escuela. Que la Escuela otorgue garantía de que un psicoanalista ha dado pruebas de que su práctica deriva de la formación que ella dispensa, convierte a ese psicoanalista de facto en un psicoanalista de derecho.

La Escuela pasa así a otorgar una garantía, una suerte de certificado simbólico, luego de haber constatado las pruebas que así lo determinan.
Algunas de esas pruebas pueden ser:

  • Un Funcionamiento como psicoanalista por más de 10 años.
  • No haber cometido ningún atentado contra la ética.
  • Haber dado cuenta ante la Escuela y la comunidad internacional de su práctica como psicoanalista.
  • Haber ejercido funciones docentes, de transmisión e institucionales.
  • Haber participado en funciones de formación del analista: análisis, controles, seminarios de formación.

La Escuela entonces, una vez evaluadas las pruebas a través de la Comisión de la Garantía, dictamina que ese analista es un Analista Miembro de la Escuela (AME). Lacan afirmaba que ese analista era una suerte de “alma” (ame) de la Escuela.

La Escuela, al designar a un analista como AME está dejando sentado la relación de ese analista con la formación impartida por ella.

La categoría del título AME no surge de un planteamiento relativo al fin de la experiencia psicoanalítica; deriva fundamentalmente de la práctica misma del analista. Cuando se plantea que los pilares de una Escuela psicoanalítica de orientación lacaniana son el Pase y la Garantía, se sustenta en dos categorías de miembros: AE y AME. El AE, producto de un análisis llevado hasta el fin, y el AME, producto de la evaluación de una práctica sostenida del psicoanálisis.

Para acceder a la categoría de AE el analista realiza una demanda dirigida a la Escuela, la categoría de AME es otorgada por la Escuela.[2].

El AME responde de una cierta manera a la inscripción de una Escuela de psicoanálisis lacaniana en el ámbito de la sociedad en la que está inserta. La garantía no sólo concierne a la formación del analista, sino también a la presencia del analista lacaniano en la ciudad. Es un hecho evidenciable la existencia en nuestros contemporáneos de algún elemento o varios del trío freudiano compuesto por inhibición, síntoma y angustia, lo que Freud llamó el malestar en la cultura.

Los pedidos de análisis están a la orden del día. Se puede entonces comprender la importancia capital centrada en la formación del analista y la responsabilidad que le corresponde a la garantía de formación de un psicoanalista que una Escuela de psicoanálisis puede conceder. En Caracas las demandas de participación en el Centro de Investigación y docencia por parte de jóvenes deseosos de recibir una enseñanza es cada vez mayor. Un semillero de demandas de formación, logradas por medio de la Escuela, da cuenta de una potencial nueva generación de psicoanalistas. La Escuela, asentada sobre sus AME, está llamada a acoger tales demandas y a propiciar el marco más conveniente para qué tal formación se realice.

Volviendo a la conexión social de la Escuela, el título de AME se refiere a la forma como la Escuela se ha ce representar en el discurso del amo, vale decir en el discurso social. La garantía, sustentada en el AME, apunta a subvertir el discurso del amo, siendo uno de los objetivos de su política subvertir el discurso del amo. De tal manera, sostiene J-A Miller, que la Escuela realiza, por medio del AME, una doble postulación o incidencia: hacia el discurso psicoanalítico y hacia el discurso del amo (Question d’Ecole-2017) [4].

NOTAS

  1. Miller J-A., El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2.000, p. 239.
  2. Ibid, p. 228.
  3. Ibid., P. 241.
  4. Alberti, C., “¿La garantía, para quién? ¿Para qué?, Revista Lacaniana de Psicoanálisis # 27, Grama Ed., Buenos Aires, 2019.