LA ESCUELA

No creérselo tanto, para poder operar

María Cristina Giraldo

Cuarta Noche de la Garantía

NEL, septiembre 10 de 2020

Recibo como una provocación la invitación a “interrogar las relaciones entre el discurso del amo y el discurso analítico”, en tanto mi posición es que no hay relación entre ambos y lo que si hay son las formas de arreglo con eso imposible. Tenemos en la orientación lacaniana una doctrina fundamentada del poder, que pone la posición del analista en la experiencia de análisis en el reverso del discurso del amo y en consecuencia la formación y la Escuela hacen parte de esa oposición.

Mantener abierto el agujero no hay el analista indica que el analista siempre es supuesto y que “no se autoriza sino a sí mismo”.[1] La permanencia del título AME otorgada por un Otro que no es garante, constituye una paradoja: estar siempre en potencia de pruebas. Por tanto, al menos para mí, ese nombramiento ni es un punto de llegada ni es una insignia, en tanto el analista siempre es supuesto. Hago resonar a Lacan: “Poco le importa una garantía que mi Escuela le da sin duda bajo la cifra irónica de AME. No es con eso con lo que él opera”.[2]

¿De qué pruebas se trata? ¿Qué cifra irónica le permitiría al AME tener el chance de subvertir al discurso del amo? Si no se trata de hablarle al oído al príncipe para seducirlo, ni de disolver la propia posición en el reino de las identificaciones, los ideales y los significantes del amo; si no conviene hacer una revolución porque retornaría al punto de partida, ni encarnar la misma tiranía del saber[3] propia del discurso de la ciencia en su propósito de dominio ¿con qué opera el AME entonces?

La singularidad irreductible de la política lacaniana, su misterio y su agalma apuntan a que los principios que la constituyen se extraen de las formas de arreglo con lo real de los acontecimientos de Escuela; en forma alguna de la defensa ante lo real en la formación o en el grupo analítico. Se lidia con lo real en juego, pero no se pretende dominarlo con las formas burocráticas, como sí lo hace el amo. Es en la ética de las consecuencias que la política lacaniana se relaciona con el acto analítico y con la política que orienta la experiencia de análisis. Escucho la afirmación de Lacan sobre el título AME, “No es con eso con lo que él opera”, como otra forma de proponer que se deviene analista de la propia experiencia de análisis, cuando el Otro de la demanda se desvanece, lo cual es una paradoja y una ironía. Dice Miller: “…no se puede ser analista a través de una investidura. No se puede ser analista por haber recibido un título, porque en cierta manera no hay nadie ya para dárselo”.[4]

Si bien está la cuestión de la práctica, aquello con lo que el AME opera está separado de su establecimiento profesional, que es el propósito del discurso amo del saber. La práctica y la experiencia del control se orientan por el acto analítico, y allí de nuevo tiene todo su peso la propia experiencia de análisis en la formación. La pregunta formulada por el Consejo de la AMP en las recientes reuniones de enero del 2020, no solo es política, sino que es ética: “¿Cómo la Escuela sujeto puede fundar el reconocimiento de los AME en su práctica y asegurarse de ella?[5] Esa responsabilidad solo puede operar en alojar las pruebas de la posición analítica del AME en los dispositivos de la Escuela.

La Escuela, a diferencia de las instituciones del Otro social, constituye una experiencia inaugural, pero no solo en lo que hace a su fundación, sino que está abierta a ser reinventada en la contingencia, cada vez, con lo singular que comporta la experiencia de análisis de cada uno. Es así como la experiencia de análisis y la experiencia de Escuela se anudan, y conformamos una comunidad singular de Unos solos desidentificados. Si la formación en intensión del AME está firmemente puesta en su lugar, podemos contar con que la Escuela podrá hacerse representar por los AMEs ante el discurso del amo para los fines de extensión del discurso analítico.

Es decir, que si el AME consiente a los principios de la política lacaniana, no puede jugar ni en interior de la Escuela ni ante el Otro social con las cartas de los dos discursos; está exigido a elegir una y a pagar el precio. Considero que si la Escuela se orienta por el S (A/ ) y por el no-todo que introduce la lógica femenina en la política de Escuela, contribuye con su inconsistencia a la formación permanente del AME, a un afortunado “no creérselo tanto, para poder operar”, que agujerea el título en la doble vertiente de infatuación y creencia.

NOTAS

  1. Lacan, J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 261.
  2. Lacan, J., “Nota italiana” (1973), Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 327. Las negrillas son mías.
  3. Cfr. Lacan, J., El Seminario, libro 17, El Reverso del Psicoanálisis (1969-1970), Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 32.
  4. Miller, J.-A., Política Lacaniana, Colección Diva, Buenos Aires, 2017, p. 50.
  5. Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Comunicado de las reuniones del Consejo de la AMP. París, 24, 25 y 26 de enero de 2020.