ESCUELA

VI Jornadas NELcf

El laberinto de las identificaciones

Bogotá, 5,6 y 7 de Noviembre de 2010
Invitados: Leonardo Gorostiza, Jean Daniel Matet, Nora Goncalves.

Argumento

A pesar de los veloces y fulgurantes cambios de la época, con sus ofertas de promisorios y huidizos bienestares, la insistencia de la pregunta "¿Quién soy?" sigue siendo hoy el índice más claro de aquello de sí imposible de recubrir por la función de desconocimiento del yo, en cualquiera de sus formas. Se trata de algo que escapa a una captura simple que pretenda consagrar la supuesta unidad del sujeto.

Esa pregunta muestra la marca de la falta en ser del sujeto humano; la vía de las identificaciones le permite hallar un lugar en lo social, donde cobra además una función decisiva su condición de ser sexuado para generar lo que en el lenguaje común se conoce con el nombre de identidad. Aunque la "identidad de género" tenderá a borrar la hiancia propia de lo sexual, rebelde a toda identificación.

Las identificaciones se hacen legibles en la experiencia analítica a través de las formaciones del inconsciente; textos perdidos y reeditados en los avatares de una vida, síntomas, rasgos, que dan cuenta de la entrada y el habitar en un mundo, el humano, en el que lo simbólico no impone su ley sin el límite de lo real. También mediante las invenciones que cada sujeto produce para preservar ese rasgo único de su originalidad en la relación del inconsciente con su cuerpo de ser hablante, su sinthome. Desde allí una dosis de alegre libertad puede abrirse para él, cuando eso no está teñido de algún sufrimiento mayor, o cuando consigue elaborarlo a través de un análisis que le permita arreglárselas con ello.

En suma, para acceder al mundo del lenguaje y del Otro se imponen las identificaciones. Al mismo tiempo, desde la constitución del sujeto se produce una pérdida, producto de la inscripción del significante en el organismo vivo: resto inasimilable, pasión singular de goce que impide decir, como Rorty u otros, "sólo somos lenguaje".

Freud fue el primero en destacar el laberinto de las identificaciones, al señalar que no existe unidad en el sujeto, sino una superposición de identificaciones de diversos tipos. Contradice así a la modernidad que argumenta desde el "pienso, luego soy", pero que lo simplifica, al no reconocer en él la síncopa que puso de relieve Lacan, en la que el ser y el pensamiento, aún implicándose, no se pueden atrapar en el mismo momento.

Lacan, por otra parte, reconoce la multiplicidad paradójica de las identificaciones y formaliza su lógica. Destaca su carácter alienante, la segregación que las acompaña, y muestra además que no se trata de puntos fijos, intocables, sino semblantes. Concibe el psicoanálisis, de entrada, como una labor de desidentificación. Pero ello no le impide sostener la interrogación por el destino de lo real sintomático que no se reabsorbe en el lenguaje: ¿qué se hace con ello? Una de sus respuestas es la identificación con el síntoma, formación que, al contener un núcleo de goce propio de un hablanteser, no responde a ninguna norma y se abre a todo un recorrido desde lo particular hasta lo que propiamente es del orden de lo singular.

Es preciso recordar que no hay cura para el síntoma fundamental, si bien la experiencia analítica hace posible otro tratamiento de lo incurable. Esto supone la caída de algunas identificaciones; pero también permite no permanecer a expensas del agujero que se abre para el sujeto frente a la inexistencia del Otro, lo cual sería la tentación que se ofrece a la cobardía del neurótico y a su goce fantasmático. Con la modalidad conocida de la histeria, que sería identificarse con una pura división. Y en la obsesión, la de consolarse con un goce de contrabando que se puede mantener en secreto.

Lo que debe abrirse entonces es la exploración de salidas que son necesariamente inéditas: no es otra la divisa de Lacan desde que situó el pase en el corazón de la experiencia analítica y de su escuela. A partir de los testimonios resultantes de esa experiencia, podemos ver de qué modo un analista, desde su recorrido como analizante y en su práctica, puede transmitir diversas formas de afrontar ese agujero, para hacer de ello una oportunidad para la existencia.

Pero la escuela del pase no es sólo la escuela donde los AE testimonian. En realidad, no hay enseñanza ni trasmisión de ningún tipo que no reconozca el testimonio en una diversidad de modalidades, todas las cuales apuntan en el fondo al mismo problema. Para que la lógica del pase implique a toda la escuela en lo más esencial – que es la promoción de una enunciación que no se esconda en las coartadas de una falsa identificación colectiva – se invita a cada cual a hablar en nombre de su experiencia del inconsciente.

Las Jornadas de la NEL en Bogotá serán una ocasión para cada participante de transmitir las salidas del laberinto que en su quehacer analítico ha podido construir, qué ha aprendido de ello y qué consecuencias tiene en su práctica. Destacando, por ejemplo, cómo ha lidiado con la tentación de otra modalidad de identificación, la que ofrecen el lugar y la función del analista – cuando, como sabemos, el analista no existe. Daremos pues la palabra, en estas jornadas, de un modo privilegiado, a quien, conociendo su singularidad, se sirve de ella; y se sirve también de una formación, la de la escuela, que es colectiva, aunque de un tipo especial: un conjunto de singularidades que no se suman y que invita a cada cual a hablar en primera persona.

La NEL, en Bogotá, ciudad de contraste e intensidad, los espera, para trabajar conjuntamente acerca del laberinto de las identificaciones, de sus efectos en el sujeto contemporáneo y de las salidas posibles.

 

Ejes temáticos

La Comisión Científica de la Jornada presenta seis ejes de trabajo como propuesta orientativa en torno al tema que nos convoca: "El laberinto de las identificaciones". Sin pretender que las propuestas de ponencia tengan que limitarse a las cuestiones que aquí se plantean, los ejes permiten ver la gran diversidad de aspectos en juego en el problema de la identificación. Esperamos sean útiles para los colegas que quieran presentar una contribución.

La identificación y los semblantes del lazo social
Con la descripción de la estructura del discurso del amo, Lacan formaliza otro aspecto de la identificación, relacionada con el significante amo en el lugar de agente. Esto, y la ubicación del objeto plus de goce en el lugar de la producción, permite toda una relectura de Freud. El aspecto de la identificación que está en juego aquí es el colectivizante, aquel al que el discurso del psicoanalista se opone, mediante un vuelco por el que el plus de goce ocupará el lugar del agente, induciendo efectos de otro orden.

En nuestra experiencia del inconsciente, así como de la clínica, abundan los ejemplos de aquellas operaciones con las que el sujeto sacrifica su singularidad asumiendo los semblantes con los que aspira a hacerse un lugar en el Otro o en el discurso. Dimensión hipertrofiada en nuestra actualidad, desde el momento en que lo social mismo tiende a ocupar el lugar dejado libre por un Otro en cuestión. El sujeto, pues, hace un uso de lo social para responder a la cuestión de su ser. Que se trata de semblantes, es algo que el trabajo analítico se ocupa de evidenciar, dejando abierta la cuestión de lo que de ello debe caer y qué es susceptible de mejor uso.

Género y sexuación
El sujeto del inconsciente no tiene sexo, pero el hablanteser habita un cuerpo en el que lo sexual se hace ineludible, y luego adquiere un relieve especial en las tentativas para hacer con lo real del goce. Los que afectan a la condición sexual son semblantes, no menos que otros, pero entre éstos ocupan un lugar específico, en la medida en que pretenden decir algo de un modo de goce. Como Lacan demostró, lo esencial del sexo no pasa precisamente por la identificación, sino por lo que a ello se resiste. Se abre entonces una tensión a explorar en cada caso entre aquellas identificaciones que se ofrecen al sujeto en el registro de lo que llamaremos género y lo que corresponde al registro de la sexuación, que resiste a tal tratamiento.

En la cura: impasses y franqueamientos
Que el fin de la cura no se mida por el franqueamiento del fantasma no impide tener en cuenta, en lo que tiene de operativa, la noción misma de franqueamiento, referida a ciertas identificaciones fundamentales. Podemos situar, en el polo opuesto, la idea de impasse como ligada a alguna modalidad de identificación que el analizante no ha podido franquear. ¿Cómo situar en la cura esta localización del obstáculo y los momentos en que una interpretación oportuna permite su caída? Sin duda nuestra clínica puede aportarnos enseñanzas al respecto en el uno por uno.

Identificación, síntoma, nombre
Desde que Lacan añadiera a la serie de las identificaciones freudianas la que designa como "identificarse con el síntoma, aun tomando cierta distancia respecto a él", se abre una perspectiva a tener presente en la consideración de recorrido de las identificaciones a lo largo de una cura. ¿Cómo situar los índices de lo propio de esta modalidad, distinguiéndolos, por ejemplo de aquellos otros efectos de identificación garantizados por el fantasma? Se trata de distinguir, del confort en la repetición y en la insistencia, la posibilidad de lo nuevo, en aquello que se abre a la perspectiva de usos inéditos, el consentir de otro modo a una forma de goce, en aquella dimensión de la identificación que pasa por la función de un nombrar. Por otra parte, cabe pensar en este registro la cuestión de la enunciación, planteada por Lacan a partir de "Subversión del sujeto" cuando introduce la implicación del goce en la posibilidad misma de hablar a partir del lugar señalado como vacío por S(/A) tachado. ¿Qué de ello podemos circunscribir en lo concreto de nuestra experiencia?

Formación analítica: sus extravíos
Lacan situó como una dificultad mayor para la dirección de la cura la identificación con el analista como parámetro de su final. Más allá de las críticas ya conocidas que él formuló entonces a psicoanalistas de la IPA, la dificultad como tal está lejos de haber quedado despejada. Un aspecto de lo que podemos llamar formación analítica puede plantearse como el cuestionamiento de una serie de identificaciones, algunas de cuyas formas están en la base de desviaciones ya denunciadas por Freud como el furor sanandi, otras por Lacan, como la identificación con el padre... a lo que habría que añadir otras, entre las cuales la identificación, no al analista que uno tuvo, sino al que "es", debería ser una de las cuestiones a examinar.

En cualquier caso identificarse con el sujeto supuesto saber es algo en lo que la estructura y el dispositivo pueden aliarse, salvo que el deseo del analista oponga allí su resistencia. Sin olvidar los efectos de la transferencia sobre el analista, a través de las identificaciones que en esta se le ofrecen, con la complicidad particular, por otra parte, del fantasma de cada cual. Todo ello a examinar igualmente en la perspectiva del dispositivo del control.

Escuela y nominación: pase y garantía
La NEL no se mantiene al margen de los actuales debates sobre el pase. En el contexto de una jornada convocada en torno al tema de la identificación, a la experiencia del pase le corresponde un lugar privilegiado. En efecto, más allá del análisis como horizonte de desidentificación, el AE testimonia de las salidas posibles, y puede decirse que no hay conclusión sin alguna forma de identificación. ¿Cómo pensarla, cómo situar este punto de llegada a través de la perspectiva que, a posteriori, dan los momentos de impasse en torno de ciertas identificaciones que tuvieron que caer? ¿Cómo se anuda esto con el deseo del analista y cómo se ha separado del deseo de serlo, que inevitablemente pone en juego una identificación, a menudo relacionada con un ideal?

Es desde la experiencia del pase que todas las cuestiones sobre la identificación se ordenan, ya que Lacan no las piensa sino a partir de una reformulación del final del análisis. Por supuesto, este aspecto del debate convoca al AE, pero no únicamente, dado que el dispositivo concierne al conjunto de la escuela y más en particular a todos aquellos, que de un modo u otro, han estado implicados en él. Por otra parte, la cuestión de la garantía no puede plantearse en la escuela sin tener en cuenta los efectos de identificación promovidos por las nominaciones que se otorgan. ¿Cómo pensar tales efectos, los ideales que las respaldan, los funcionamientos que los movilizan y pueden contrarrestarlos?