ESCUELA

El AME, el pase

Julieta Ravard, AME

Buenas noches, mis saludos con afecto a los miembros y asociados de la NEL

Hoy nos reunimos frente a una pregunta que toca un aspecto fundamental, y creo que pocas veces abierto a la discusión en ámbito de la NEL, sobre el procedimiento del Pase: la cuestión de los pasadores, engranaje esencial para que el dispositivo funcione. Una pregunta surge de entrada: su nombramiento cómo deviene.

Esta iniciativa de Clara María Holguín, responsable por la NEL ante la Comisión de la Garantía AMP América, y de Marcela Almanza, Presidenta de la NEL, la agradezco particularmente, en tanto me brinda una oportunidad única: un espacio para transmitir ante la Escuela algo de mi experiencia en los carteles del Pase en Caracas a finales de los años 90, del 97 al 99. Fui miembro del cartel del Pase en dos oportunidades. Esto me permitió escuchar a los pasadores y efectuar un trabajo epistémico, fue una experiencia invaluable en mi formación.

Ahora tenemos la responsabilidad los AME de la NEL, Escuela que tiene en su porvenir instalar el procedimiento del Pase, y con ello la responsabilidad de nombrar pasadores. A los AME se les supone un análisis de largo recorrido, algunos han terminado su análisis seguramente. Sin embargo, al releer para hoy los Textos Institucionales de J. Lacan, en particular la Proposición de 1967 en la cual la propuesta inicial de Lacan es que el pasador sea nombrado por un Analista de la Escuela (AE) en ejercicio, o bien que haya cumplido su función de transmisión de la experiencia en la Escuela, el que ha llevado su análisis hasta un final y ha dado pruebas de ello. Tenemos AEs en la NEL hoy día, por consiguiente, serían entonces también los llamados a elegir a los pasadores junto con los AME.

En la NEL hay análisis con recorrido suficiente para que se produzca un AE, un AME, un pasador. Entonces, ¿qué criterios clínicos son exigibles para elegir a un analizante a ocupar esa función?

Intento responder estas y otras cuestiones para dilucidar sobre nuestra práctica, sobre la formación que sostenemos. Cómo conducimos los análisis, hasta dónde llegan estos y en que punto de su análisis está un analizante para ser pasador.

Nombré pasadores a quienes luego me toco escuchar en su transmisión al cartel del Pase. Retomé mis apuntes, mis notas del cartel, volví a leer desde una distancia y a escuchar de nuevo a los pasadores: qué escucha sostuvo, qué preguntas hizo, cuáles intervenciones, por qué otras entrevistas, cuándo le fue suficiente. En fin, si lo que traen para transmitir le permitió al cartel del Pase sostener una discusión suficiente para una conclusión.

Es de notar el peso en las entrevistas de los pasadores, que tuvieron los sueños.

La experiencia de nombrar a un pasador, que en particular me enseña, responde con asombro y angustia. Dice en la sesión: “tengo mucha angustia con este nombramiento”. Luego de las entrevistas con el pasante dice: “Me sentí como un prisma, y fue lo que hice en el cartel”. Efectivamente el cartel pudo iluminarse con lo luminoso que presento.

Se trataba de un analizante que estaba en un momento subjetivo importante de su análisis; el síntoma de la inhibición, lo que la trajo a análisis había cedido para permitir la apertura a la palabra y a la escritura. Síntoma e inhibición se anudaban en un goce dando consistencia al objeto voz.

Se transparentaba en su cuerpo los efectos de este embarazo, síntoma en un cuerpo atravesado por el goce escópico. Ser un prisma es una posición que nombra su goce y la salida sinthomatica. El empuje a ocupar otra posición con el nombramiento que en él tuvo efecto de acto.

Puedo validar también el efecto sobre el cartel de la trasmisión de los pasadores que nos toco escuchar, sin elaboraciones que introdujeran un S2, ni interpretaciones. Una experiencia inédita, no es transcribir sino reflejar sobre el goce y lo real en el mas alla de la historia.

El análisis se sostiene en el deseo del analista, el sujeto se sirve de ello y puede consentir a ir más allá. Pero eso es impredecible, es una contingencia que ocurra que alguno acepte ceder en su repetición, ceder en creer en sus Ideales y en los significantes que lo armaron, y que se permita por la transferencia acercarse al vacío del ser y la falta en el Otro. No hay garantía que un análisis llegue al final, que no se estanque la transferencia, enredado en sus anudamientos y, si al final decida testimoniar de ello y se presente al Pase, o terminar y continuar en su compromiso por el discurso analítico en y con la Escuela.

Quien ha concluido su periodo de AE sigue en su responsabilidad de transmisión y formación, igual se espera de un AME.

No formamos pasadores ni pasantes, una Escuela busca la formación de un analista. Que devenga pasador implica que su fantasma no vele lo real de su goce. Es un momento de construcción del fantasma, que el síntoma satisfacción haya tenido una reducción suficiente que permita que el inconsciente real sea lo que prevalezca en la cura en tanto que la transferencia esta puesta al trabajo de la desuposicion del saber del Otro. Un sujeto causado por la causa analítica revela su transferencia a la Escuela por el el deseo de validar sus procedimientos, transmitir los efectos de la clínica haciéndose cargo de una posición de pasante de lo real. Deja abierta la puerta para el encuentro con lo inesperado, lo imposible de decir del No hay relación sexual para que otro pueda pasar.

Octubre 8, 2020